El único tratamiento para la catarata es la cirugía. Esta se puede realizar en cualquier momento de la evolución de la catarata, resultando mejor en etapas iniciales que tardías. Aunque la decisión de operar puede dejarse para cuando la catarata comienza a presentar molestias visuales, ya que en etapas iniciales suele ser asintomática.

Previo a la cirugía, se realiza una evaluación oftalmológica y un estudio con exámenes para planificar la cirugía y decidir qué tipo de lente va a reemplazar al cristalino opaco.

La cirugía es ambulatoria, sin riesgo anestésico por utilizarse anestesia tópica (local con gotas), en la cual el paciente está consciente, acostado, y solo debe mirar una luz y seguir las indicaciones del cirujano oftalmólogo.

El procedimiento se realiza mediante una incisión de apenas 2.8 mm, por la cual se desintegra el cristalino opaco mediante una técnica de ultrasonido llamada facoemulsificación, se aspiran los restos del cristalino y posteriormente se introduce el lente intraocular en la misma cavidad, el cual queda adherido en esa zona. Al final la incisión cierra sola, sin necesidad de colocar puntos.

El paciente regresa a su casa el mismo, con indicaciones, reposo y control con su cirujano en los próximos días.