Esto se debe a que el ojo presenta un tamaño longitudinal mayor de lo normal, o una córnea con curvatura muy pronunciada. Esto causa que los rayos de luz se enfoquen por delante de la retina, lo que produce una imagen borrosa.
En la mayoría de los casos corresponde a una condición hereditaria, que suele manifestarse durante la etapa escolar y tiende a estabilizarse al inicio de la tercera década de vida.