LA HORA DE LA PRESBICIA

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Con los años el cristalino empieza a perder flexibilidad y, por ende, su capacidad de enfocar de cerca. Para esa situación, que no es evitable, la recomendación es acudir al especialista, quien recetará los anteojos adecuados.

Pasando la barrera de los 40 años, a la mayoría de las personas le cuesta más leer las letras pequeñas de un libro o del periódico. Para enfocar mejor comienzan a alejar las páginas de sus ojos hasta que llegan al punto en que los brazos se les hacen cortos. De esa manera anuncia su llegada la presbicia, situación inevitable pero absolutamente tratable. El término ‘presbicia’ viene del griego y se refiere a la ancianidad y, en oftalmología, a la natural vejez del ojo. Con el paso de los años el cristalino pierde flexibilidad y, por lo tanto, su capacidad de enfocar como lo hacía años antes. Una vez que se manifiesta, la presbicia comienza a avanzar lentamente y se hace muy invalidante para algunas personas. “Los pacientes necesitan recurrir a los anteojos para todo lo que significa utilizar la visión cercana, como leer en computadores, tablets, teléfonos celulares y hasta cocinar u otras labores domésticas”, explica el oftalmólogo Claudio Assadi Zaror, director médico del Centro Europeo de Oftalmología (www.ceof. cl). Así, lo que antes era tarea fácil ahora requiere ayuda, como enhebrar una aguja o delinearse los ojos, entre otras acciones que requieren precisión. Aparte de la dificultad para la visión cercana, generalmente la presbicia viene acompañada de otros síntomas como cefalea, sensación de mareo, dolor ocular, ojo rojo y sueño, “y todo eso hace que la persona empiece a perder el gusto por la lectura”, manifiesta Assadi. Agrega que cuando el afectado siente que esta dificultad está alterando su calidad de vida debe consultar, sin perjuicio de que a partir de los 40 años se tiene que acudir al especialista una vez al año. “No tan solo por esto, sino para prevenir otras enfermedades, como el glaucoma”, puntualiza. El facultativo advierte que la aparición de la presbicia es inevitable, pero que se puede retrasar si se toman medidas muy simples como, por ejemplo, leer con buena luz natural o artificial, evitar la lectura nocturna, limitar las horas frente al computador o los dispositivos móviles, y hacer pausas cuando se está realizando algún trabajo en pantalla. “Todo lo anterior ayudará a su aparición más tardía, pero no la evitará”, insiste. El tratamiento clásico de la presbicia es el uso de anteojos, “sin embargo, dependiendo del grado de evolución, la edad del paciente y si hay asociado otro defecto visual, como miopía, astigmatismo o hipermetropía, el tratamiento puede incluir lentes de contacto multifocales, cirugía lasik y lentes intraoculares multifocales”, explica el oftalmólogo. Advierte que no existe necesidad imperiosa de cirugía. Por el contrario, esa es una alternativa para los pacientes “que deciden no usar más sus anteojos por comodidad o por la dificultad que tienen de llevarlos durante la práctica de un deporte, entre otras situaciones”, señala, y recalca que es el paciente quien elige en qué momento de su vida quiere explorar la opción quirúrgica. La misma recomendación hace acerca de los lentes de contacto multifocales. “Estos últimos están indicados para aquellos pacientes que no les gusta el uso de anteojos ópticos y que tienen asociado un defecto visual de lejos, como miopía, astigmatismo o hipermetropía”, sostiene. Sobre la costumbre que tienen muchas personas que padecen de presbicia de comprar lentes de lectura en establecimientos no especializados y sin receta médica, el doctor Assadi advierte que siempre deben ser recetados por un especialista. “Muchas veces la calidad de los cristales de esa clases de anteojos no es la óptima y las medidas no son exactas, porque frecuentemente los ojos no son iguales. Además existen otros defectos visuales asociados”, puntualiza.

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